lunes, enero 04, 2010

Los versos del Reino del Perú

ENTREVISTA
El Comercio
Domingo 27 de diciembre de 2009
Por Enrique Planas

EL POETA E INVESTIGADOR RICARDO FALLA APORTA UNA INTERESANTE LECTURA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO DE ORO Y CÓMO SU REFLEJO EN LA POESÍA DEL PERÚ DEL SIGLO XVII FUE CONSTITUYENDO UNA IDEA DE NACIÓN

Los malos profesores de literatura nos hicieron creer que el llamado Siglo de Oro español fue solo una homogénea coincidencia de talentos del barroco, un tiempo en que brillaron, juntos y revueltos, la poesía de Quevedo y Góngora, el teatro de Lope de Vega y las novelas de Cervantes. Lo sentido y la palabra libro del poeta Ricardo Falla editado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, nos ofrece una imagen mucho más cercana: la de escritores en permanente disputa, como las de sus ciudades en competencia por el poder económico.

Pero no solo eso. Falla nos muestra cómo el Siglo de Oro Español fue leído en el Perú, con escritores criollos como Rodrigo de Carvajal y Robles, Juan del Valle y Caviedes y Juan de Espinoza Medrano “El Lunarejo”, zanjando sus posiciones frente a la poesía de la Metrópoli y, por ello, fueron construyendo el principio de una idea de nación.

“Detrás del Siglo de Oro está el conflicto por el comercio de dos metrópolis, la capital Madrid y la emergente Sevilla. Además, tenemos el debate por una propuesta estética, las características del culteranismo de Góngora, que fusionó el elemento grecolatino con el discurso popular. Es un discurso que les parecía abominable a Francisco de Quevedo y a Lope de Vega, y que solo la generación del 27, siglos después, supo valorar”, dice Falla.

¿Pero qué tienen que ver los autores del Siglo de Oro con la formación de una temprana idea de nación en el Perú? Falla advierte que uno de los errores más comunes al percibir a España es creerla un todo integrado. “España siempre fue un país de pequeñas nacionalidades con una cultura dominante, la castellana, que podría ser representada por el “Mío Cid”, es decir, la unificación de un estado a través de la castellanización y la guerra”, dice.

En efecto, para el autor, las tensiones entre los castellanos de Madrid y los andaluces de Sevilla se advierte en su producción literaria a lo largo del siglo XVII, algo que repercutirá en nuestras costas colonizadas. “En el siglo XV llegó a su fin la dominación política árabe en España. Sin embargo, la cultura se mantuvo. Y son los andaluces que llegaron al Perú los que generaron el mozárabe, una visión estética distinta a la visión castellana”, explica.

Para el poeta limeño, el siglo XVII en el Perú marcó nuestro predominio político y militar como capital del virreinato en toda América del Sur. Y del punto de vista cultural, fuimos lo que Diego de León Pinelo, el rector de la Universidad de San Marcos entre 1656 y 1658, dijo de esa casa de estudios: una “Atenea Indiana”. En lo que a la literatura respecta, los autores abrazaron el ideal del culteranismo, conjugando en sus versos el elemento cristiano, la cultura grecolatina y los nacientes símbolos locales.

“Más del 70% de los españoles que llegaron al Perú eran de origen andaluz. Ya en 1633, Rodrigo de Carvajal y Robles en su libro “La fiesta de Lima” hablaba del “divino Góngora”, un autor que tomó partido por los andaluces, mientras menospreciaba la obra del castellano Lope de Vega por ser de un autor “envidioso””, dice.

Por su parte, desde Cusco, El Lunarejo sintetizó aquel sentimiento con igual adhesión por lo andaluz. “Es asombroso que, mientras en España se criticaba furiosamente la obra de Góngora, en América, la primera voz que lo defendió en todo el mundo, salió del Cusco”, señaló.
Así, la poesía nacida en nuestro país por criollos y mestizos resultó, como señala el profesor sanmarquino, un discurso que empezó a construir una idea de nación que dos siglos más tarde recogería una naciente república. “Fue una acción espontánea de afirmación local —explica—.

Uno lee, por ejemplo, en su “Discurso en loor de poesía”, cómo Clarinda, la poeta anónima peruana, exalta el espacio y tiempo peruanos como algo excepcional y distinto de lo español. Ella habla de los reinos del Perú, así como de los talentos, de la grandeza e inteligencia de los peruanos, mientras asocia España con la pobreza, el atraso y la miseria. Su discurso es una respuesta a los prejuicios que venían de España”, añade Falla.

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